Quiero dejar en claro que todos los planes que tengo serán sólo si Dios me da la salud y me permite vivir para cumplirlos, lo cual espero de todo corazón (Santiago 4:13-17)
jueves, 3 de diciembre de 2015
HE DECIDIDO: PAGARÉ EL PRECIO
Quiero dejar en claro que todos los planes que tengo serán sólo si Dios me da la salud y me permite vivir para cumplirlos, lo cual espero de todo corazón (Santiago 4:13-17)
domingo, 29 de noviembre de 2015
HACIENDO LA CUENTA...TODOS VIVIMOS HASTA 18 AÑOS… ¡Y ESO, SI LLEGAMOS A VIEJOS!
miércoles, 18 de noviembre de 2015
¿PROMETEN Y MIENTEN MÁS LOS VARONES?
Buenas tardes.
martes, 3 de noviembre de 2015
11 PECADOS A LA HORA DE ENSEÑAR
jueves, 15 de octubre de 2015
MAMÁ Y EL DICCIONARIO
—Mamá, ¿qué significa 'trimotor'? —sorprendía yo un día sus oídos.
—Que tiene tres motores —me decía automáticamente.
—Ah... ¿y cómo se diría si tiene dos motores? —reponía, eufórico.
— ... bimotor —respondía ella, algo con voz severa.
— ¿Y cómo se dice cuando tiene cinco motores?
— ...
Y otras ocasiones en que también me pasaba de preguntón.
—Mamá, ¿qué quiere decir 'calavera'?
—¿Calavera? —y ponía cara seria— Simplemente es una calavera.
—Pero... ¿Por qué?
— ¿Por qué? ¡Porque sí!
— ¿No significa nada 'cala', y 'vera'?
— ...
Y de pronto atacaba yo con otra pregunta sin mucha relación con la anterior (tal vez porque de pronto viera el nombre de alguna tienda/negocio con un nombre extraño desde la ventana del bus):
— ¿Y qué quiere decir 'estigma'?
— Estigma... —y ella, viéndose interrumpida en sus pensamientos o en lo que estaba haciendo, me respondió un día—: Busca en el diccionario.
Bueno, no fueron pocas las veces en que le preguntaba algo (reconozco que como niño lo hacía a veces importunamente) y recibía la respuesta que me dejaba con 'manos vacías' al principio: «busca en el diccionario».
«Busca en el diccionario», «ve a ver en el diccionario», «¿por qué no buscas en el diccionario?». Ese fue el comienzo de mi gusto por la lectura corta (reconozco que cuando era niño o escolar, no me gustaba mucho la lectura de obras literarias, novelas o cuentos; llegué a preferir leer libros de geografía, donde lo que más me fascinaba era el espacio, los planetas, las estrellas y galaxias; también me llegó a gustar leer historias fantásticas, y la biblia me parecía uno de esos libros). Pero ante cada palabra que no entendía, ya sabía a dónde era mejor acudir que a la definición de los mayores.
Debía aprender a buscar las palabras en un diccionario, pero para ello tenía que aprender bien el alfabeto, y saber qué letras van antes que otras, y que están ordenadas de esa manera (orden alfabético). Mamá no me enseñó paso a paso cómo se debe buscar en un diccionario, pero de alguna manera aprendí. Y mientras no encontraba la palabra deseada, me distraía, ora con otras palabras interesantes, ora con curiosas ilustraciones. A veces olvidaba la palabra que estaba buscando.
Luego de un tiempo, los diccionarios y las enciclopedias se convirtieron en mis mejores 'sacadudas', donde aprendí muchas palabras que me hacían ver mejor y más claro el mundo; primero palabras sencillas y cotidianas, después otras más complejas y especializadas (por ejemplo: luz, arcoíris, adolescente, petiso, añicos, chamaco; polígono, perverso, acre, legal, prudente, perverso, microbio, entre otras), y a veces se me ocurría ver algunas palabras que me daba un poco de vergüenza preguntar a mamá o a alguno de los más grandes, y que seguramente habría en las definiciones de los diccionarios, como por ejemplo 'carajo', 'sexo', 'pene', 'vagina', 'mierda', 'pendejo'. Al saber lo que eran, me di cuenta de que muchas palabras eran usadas sin saber lo que significaban.
Hoy agradezco que mamá me haya presentado a ese amigo que me ayudó a ver el mundo con mejor conciencia: el diccionario. Después también se acercaron a mí los amigos de él, los libros de geografía, de historia, y si eran ilustrados, cuánto mejor. Ellos llegaron a ser mis primeros amigos, confidentes y maestros cuando de palabras o de porqués se trataba. Recuerdo con mucho cariño un libro de botánica a todo color que mi hermano mayor trajo un día a casa, que tenía fotos hermosas, descripciones de las propiedades de las plantas, usos medicinales, descripción física de tamaño, longevidad, hábitat, etc; también recuerdo con añoro el 'depósito de libros' de la casa de mi tía —un cuarto enorme, lleno de cuadernos y textos antiguos puestos en estantes, mesas y cajas, que estaba en el segundo piso de su casa—, donde cada vez que la visitábamos y no estaban mis primos para jugar, me metía para 'zambullirme' en aquellos viejos portavoces de conocimiento con olor a hojas viejas y polvo, muchos de los cuales eran simplemente demasiado interesantes para mí: diccionarios ilustrados (blanco y negro), libros con temas de astronomía y más...
Cuando me enteré que existía Internet (A decir verdad, cuando comenzó a llegar a donde yo estaba), quedé fascinado. Ya contaré algún día mi experiencia con las computadoras y el internet, como buen miembro de la 'generación Y' de un país tercermundista —mejor dicho 'en vías de desarrollo'— que soy.
miércoles, 7 de octubre de 2015
DECIDÍ NO ESCRIBIR HOY
Lamento fallarle hoy, pero también haberme fallado a mí mismo. Estoy aprendiendo a organizar mi tiempo y mi espacio, pero no pude organizarme para avanzar esta semana con mi novela. Apenas tengo un bosquejo de mi avance semanal, pero no es suficiente. De hecho, podría estar escribiéndolo ahora mismo, pero sé que lo estaría haciendo con prisa. No es sencillo escribir, a estas alturas de la novela. Me dio una oportunidad de un día, pero no la supe aprovechar; teníamos que entregar nuestro avance ayer. Me duele también tener que pagar la cuota de penalización que quedamos caso no avanzásemos, pero más el hecho de que todavía no estoy organizando bien mi tiempo. Sin embargo, esto no es más que la consecuencia de no haberme organizado con anticipación.
Lo haré, lo prometo. Veo que algo diferente me está sucediendo últimamente. Estoy empezando a ver las cosas de una forma añejamente diferente, es decir, no sé cómo no me había dado cuenta de lo sencillo de organizarse. El problema es que toma tiempo el adquirir nuevos hábitos, y más si se trata de reemplazar los malos. Creo que una de las cosas que me animan a creer que será distinto es que estoy avanzando con organizar mi habitación y mi lecho en primer lugar.
Ahora, descansaré y mañana me organizaré mejor, a pesar de que quizá apenas tenga la noche de mañana para continuar con mi plan de ser alguien más organizado. También quiero aprender a disfrutar del tiempo y actividades que me toca vivir.
Buenas noches.
La historia de mi habitación
Pero al pasar el tiempo, me aburrí de ese perfeccionismo frustrado.
...Y llegué a ser más desordenado que mi hermano. Sin embargo, no era mi ambiente el desorden. Sólo me inspiraba dormir, pero pocas veces hacía cómodamente lo que quería hacer: disfrutar de la contemplación de mi habitación, y poder trabajar satisfecho con el ambiente. Así ocurrió en mi primera habitación compartida, y también en mi segunda habitación compartida, cuando nos mudamos. La diferencia era que mi hermano viajaba y dejaba la habitación sólo para mí por unas semanas, y luego volvía. No era demasiado ordenado en ese tiempo, pero tampoco hacía gala de un cuarto hermoso, como siempre quise. Yo me hacía cada vez más desordenado, y mi hermano menos.
...Pero llegó el momento crucial. Mi hermano se casó y se llevó todas las cosas que eran suyas, entre las cuales destacaban para mí: un playstation, un reproductor de discos compactos que podía tener cinco discos y se podía hacer una programación de las canciones que quisiera en el orden deseado, o reproducirlas en modo aleatorio —el cuarto tenía un buen sonido— y un televisor.
Como dije, me quedé solo, y se fue toda la tecnología. Me quedé con mi cama, la mesa y la ropa. Fue una crisis para mí, y esa crisis acrecentó mi desorden. Nos volvimos a mudar, y esta vez a un lugar donde tendría un cuarto sólo para mí. Quise cumplir mi sueño, pero si no estaba el hermano para hacerme la vida difícil, ahora era el mismo cuarto; había problemas con el piso y las paredes; estas se humedecían y aquel se hinchó hasta romper el piso de madera. Tuve varias maneras de solucionarlo parcialmente, pero eso me desanimaba.
No quiero hacer larga la historia, así que me apresuraré. Hoy mi cuarto es el mismo, pero ya no hay los problemas de la humedad que hubo un tiempo, al menos no tanto. Pero me cansé hace no mucho de todo esto, y decidí volver a intentar cumplir ese sueño.
Me imaginé un cuarto perfecto para mí actualmente, e hice un plan por pasos pequeños para comenzar a hacerle mantenimiento: primero comenzaré por poner las cosas en su lugar y ser más ordenado, luego le daré un buen mantenimiento a las paredes y el piso, y después convertiré mi cuarto en un lugar que refleje mi excéntrico gusto por lo perfecto, que aprendí que no significa algo tremendamente ideal, sino simplemente lo mejor que puede llegar a ser donde y como está.
Increíblemente, hice un plan que me sorprendió a mí mismo: un mantenimiento diario y un avance de a pocos, que si continúo cada día a unos quince o veinte minutos diarios, tendré el cuarto bien organizado en unos tres meses, y con el mantenimiento adecuado en unos cinco o seis.
Hoy vi mi cuarto, y me agradó ver que ha mejorado notablemente estos últimos días. Sé que esta vez es diferente, porque mi plan incluye el adquirir el hábito del mantenimiento constante de la habitación, y mi gusto (con decisión y acción) por lo ordenado y limpio está aflorando nuevamente. Prometo una foto del cuarto cuando acabe mi jornada. Todavía me da vergüenza colocar su foto en la actualidad.
jueves, 1 de octubre de 2015
Mi hobby de hacer idiomas
Es verdad, tengo un idioma que inventé, que comenzó cuando tenía 12 años como una clave, y a lo largo del tiempo fue cambiando, perfeccionando, complicándose, descomplicándose. Mi motivo número uno: que nadie pueda saber lo que estoy escribiendo o diciendo. Paradoja de inventar un medio de comunicación. Lo sé, hay varias razones para inventar un idioma que sólo uno mismo sepa.
Pero iré a los hechos: primero no era un idioma, era sólo una clave, que consistía en cambiar letras de las palabras usando un patrón, adicionar en ellas signos diacríticos raros, ¡y listo! era un idioma para mí, un «idioma» para decir nombres y que nadie los entienda, para escribir frases que consideraba secretos de estado o simplemente para llamar la atención de mis mejores amigos y amigas. Hice un alfabeto en la secundaria, que aún uso, pero poco. ¿El nombre de ese «idioma»?: Tordulthoús. Así se llamó desde un inicio, claro, con caracteres algo distintos, pero se pronunciaría algo así como un /tordulzós/ para un hispano peninsular.
En la universidad mejoré muchísimo ese idioma, y dejó poco a poco de ser simplemente una «clave de distorsión». Llegué, finalmente, a una fase en que no sabía cómo mejorarlo, pero todavía hay muchas maneras de decir una u otra cosa. Está en fase de plenitud, pero creo que le falta constituirse en un «tordulthoús normativo». Ahora tiene un nombre distinto, para que sea más fácil de pronunciar: «tordi».
Ok, daré un ejemplo para que no sea tan subjetivo explicarlo aquí:
viernes, 25 de septiembre de 2015
En fin...
Tuve encuentros interesantes para mí estos días. Creo que si hablara de ellos siempre tendría de qué escribir. Sin embargo, también sé que no es del interés de nadie que lea esta página. La verdad, «mi página diaria», no debía ser un diario o algo parecido, pero lo está siendo en parte.
Me encontré con un antiguo amigo o hermano de la iglesia en el carro, nuevamente. Esta vez fui yo el saludado, con un toque en mi hombro. Ahí estaba, detrás de mi asiento, pero nuevamente me dio vergüenza preguntarle su nombre. Lo que recuerdo de él es que en un remoto campamento de la JAC en Casa del Águila, Limatambo, subimos al cerro lo más que pudimos, a manera de carrera o competencia. Fue muy bonito, pues el paisaje era hermoso. La esperanza era que podamos llegar a la cima de la montaña para ver un nevado o todo un valle —no recuerdo el nombre—. Por aquel tiempo era vegetariano, pero ya había comprobado que mi energía no era tan poca a pesar de mi bajo consumo de proteína de carne. Solía ser uno de los primeros, pero al llegar a un punto en que creía que no habría ni una casa o personas que quisieran tener una vivienda, me encontré con una casita, y con una chacra. Curiosamente me encontré con este hermanito, que parecía un campesino del lugar, trabajando la tierra. Me sorprendió agradablemente. En fin. No recuerdo todavía cómo se llama... ¡un momento! ... ¿Será que su nombre es... Alan? Por el momento, a no ser que lo confirme con él mismo, no sabré bien. Jeje, cómo la memoria a veces llega en el momento menos pensado. Estoy casi con certeza completa de que su nombre es así. Me contó que por estos años de ausencia mutua, estuvo un tiempo en Lima, y también en Europa (Suiza), para hacer un estudio. Que el italiano fue su lengua para comunicarse en ese país trilingüe.
Supe que está en una iglesia conocida y grande de mi ciudad, y que está muy emocionado porque va a iniciar sus estudios para ser misionero. Cuando le pregunté a dónde quisiera ir de misiones, me dijo que a Europa del Este, o a Rusia o por esos lares. Esperaba oír que quería ser un misionero para las tribus de la selva peruana, o alguna comunidad por aquí cerca. En fin. Creo que cada uno tiene su propio llamado, y no tengo derecho de imponer mis suposiciones o valores en otros.
Me cae muy bien, y es un hermano admirable según lo que vi en él y me dijo hoy. Lamentablemente tuve que despedirme intempestivamente, porque ya llegaba el carro al paradero donde tenía que bajar. Lo dejé con la palabra en la boca, contándome sobre una obra de su iglesia...
Lo que puedo decir de la congregación a donde asiste, es que ha crecido mucho, pero que tiene detractores sobre su método de crecimiento, su no muy asentada teología o formación de los líderes, y sus máculas en cuanto a historias de hermanos que no se portaban a la altura de lo que eran, según lo que pude oír, incluso lamentablemente de los agraviados. Sin embargo, no puedo generalizar; seguramente hay creyentes sinceros e íntegros, seguramente también hay quienes conozcan bien la palabra de Dios y no tengan puntos de vista ligeramente heterodoxos en cuanto a la teología protestante, incluso católica (específicamente acerca del Espíritu Santo). Quizá más es un asunto de praxis que de "teoría", o de un malentendido mío que asumí de otros tantos malentendedores que por ahí rondan. Por otro lado, al ver mis propios errores, no puedo considerar que están mal por el hecho de que haya hermanos que se portan mal; también yo tengo mis asuntos no resueltos o que tengo que mejorar. Sólo espero ser sincero y consciente de mi situación en el camino que estoy cruzando que se llama cristianismo.
jueves, 24 de septiembre de 2015
NECESITO MOTIVACIÓN
Todavía no encuentro el truco para cambiar. Tengo muchas cosas pospuestas. Sueños de grandeza, deseos de llegar lejos, anhelos de ser alguien digno de mencionar después de su muerte. Sin embargo, me miro y veo a alguien que no avanza, que está estancado, suspendido y estático en un espacio sin gravedad. No hay aire que me impulse, ni corriente que me lleve, excepto la entropía en mi ser. Muevo los brazos y me doy cuenta que apenas avanzo. La molicie me ha atrapado en su red. La rutina tiene una atracción espeluznante, el cambio me mira desde muy lejos.
Quiero cambiar, pero nada es gratis cuando se quiere eso. Quiero ser diferente hace tiempo, pero no puedo. Voy rumbo a la catarata del vacío, y esa corriente me lleva inevitablemente, mis brazos no pueden sostener ni detener su caudal.
Tengo el atisbo del mal que me atrapó por muchos días, el que me dice «quiero volver a ser un niño», el que me susurra «vive tu juventud y adolescencia ahora nuevamente, retrocede en el tiempo», el mal que me llena de nostalgia y dolor de no poder cambiar algo para lo que no fui hecho creador, el que me invita a mirar con deseo ardiente mas impotente, el hecho de que el tiempo podría volver.
Surdenki... No vuelvas a mí otra vez.
domingo, 20 de septiembre de 2015
Cada vez que se quiere avanzar...
¿Algo para comentar? Simplemente que cada vez que uno desea avanzar, cambiar, mejorar, las circunstancias se pondrán en contra como un viento o una corriente que viene desde delante.
Quisiera cambiar muchas cosas en mi vida; ser más disciplinado, ser organizado en el tiempo, en mi cuarto, mejorar mis costumbres y hábitos. Quisiera también mejorar en mi vida profesional, pero el problema es más que sólo las circunstancias: es mi propia vida. Necesito cambiar.
Parece que la entrada de hoy es como mi diario, pero no contaré cosas específicas que me sucedieron. Ayer nació la bebé de una amiga, anteayer la internaron en el hospital. Fue también el matrimonio de un primo mío, al que fui invitado; no dormí bien estos días; anteayer lo hice a la una y media de la mañana, ayer a las dos y algo más de la madrugada. Mis despertares no fueron madrugadores, pero no es lo mismo descansar desde la madrugada que desde el momento que tu cuerpo te pide por primera vez descanso por la noche.
Aquí estoy, intentando cambiar muchas cosas, con la fe de que conseguiré; resoluto a lograrlo aunque me cuesten pestañas desgastadas y poco sueño; aunque me cueste dejar la comodidad de una siesta. Sin embargo, ayer y anteayer decidí no mirar sólo por mis propios intereses, sino también en los de las personas que amo. Ahí también está un dilema: amar a los demás por encima de uno mismo o amar a los demás como a uno mismo, o amar a los demás menos que a uno mismo. Bueno, quizá se trate de un trilema.
Adelante. Mi deseo es el de cambiar, y todavía mi resultado no es satisfactorio. Hasta dónde habría llegado si no se hubiese opuesto mi propio yo. Quizá sería alguien más importante para los demás o quizá habría alcanzado más de mis objetivos. Ya hablaré de eso más adelante.
jueves, 17 de septiembre de 2015
Iniciativa para saludar a un «extraño»
Vi a un compañero al que hacía como dieciocho años no veía. No sé; no me llevaba muy bien con él, pero entonces también me hablaba con él. Fuimos compañeros de colegio en el primero de secundaria. Apenas fue ese año que permanecí en el colegio «Imperio», y al siguiente me trasladé a «José Pardo».
Vi a Martín —así es como se llama. No sé cómo logré recordar su nombre— en el paradero, y subió al mismo bus que yo. Me senté en un asiento del medio, junto a la ventana, y él una fila delante, al pasadizo. En ese momento no recordaba su nombre, pero haciendo algo de memoria, llegó a mi memoria como un eco leve, aunque no estaba completamente seguro. Imaginé qué le diría, cómo le saludaría, si me reconocería, si no lo haría. Qué pasaría si no le hablo, y qué si sí. Obviamente nada cambiaría haciendo lo uno u lo otro.
De todas formas, decidí al fin. Tenía mi guion caso me reconociese y caso no.
Finalmente toqué por detrás su hombro, y le saludé pronunciando con algo de duda su nombre. Él no recordaba mi nombre, pero al decírselo, me reconoció mejor. Le pregunté cómo estaba, si vivía en Cusco, y si se había visto con algún compañero del colegio (Eran las preguntas que había planeado. No pensaba ni por un ápice preguntarle qué estaba haciendo por la vida, pues esa pregunta... tampoco me gusta que me la hagan a mí. Por otro lado, hablando de apariencias, yo estaba con un terno —mi disfraz de profesor— y él con una ropa casual, no muy arreglado que digamos). Me respondió que estaba bien, que vivía en esta ciudad hacía como cuatro años, y que no se había visto con nadie de los compañeros de clase. Me enteré también que después de que acabó el primero de media, regresó a su tierra (Piura, si mal no recuerdo). Me hizo la pregunta que no me gusta hacer ni que me hagan: ¿En qué estás trabajando? Obvio, que le contesté que «soy» profesor de portugués (Aclaro que no es porque me agradaría decir que soy médico, arquitecto, abogado o ingeniero, o esas profesiones más biensonantes en nuestro medio, sino porque casi todo el mundo cae en la trampa de identificar lo que haces con lo que eres).
En fin, se bajó unas cuadras después de mi larga agonía por decidirme a hablarle, y continué mi trayecto en el bus, teniendo algo que contar en este blog, aunque no sea interesante para el público en general.
Me llamó la atención que me dijo «gracias» al despedirnos, estrechando las manos a la manera menos usual entre los más jóvenes —quiero decir, a la manera clásica de estrechar las manos derechas y sacudirlas juntos; y no rozándolas para luego darse un mutuo y leve choque de puños—, mientras me percaté de que tenía una cicatriz entre los dedos índice y pulgar, además de un tatuaje pequeño que no recuerdo qué era.
Me pregunto si lo veré alguna vez, o quizá dentro de otras casi dos décadas.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
PRESENTACIÓN
Tengo varios blogs, lo admito. Aunque también ninguno es famoso. No es lo que pretendo. Con esta página hablaré algo cada día de lo que me sucede, de lo que siento, de lo que puedo comentar. No es un diario de las cosas que me suceden (tengo un diario para eso), aunque quizá sea algo parecido, aunque simplemente hablaré de algo cada día. A veces será sobre mi vida, a veces sobre vidas ajenas. A veces simplemente comentaré sobre cualquier tema externo o del que haya escuchado, pero escribiré siempre alguna cosa.
Tengo muchos deseos para el futuro: ser escritor (de hecho, escribo una novela desde mi adolescencia), viajar por el mundo, ser motivador, ser maestro, contar historias como un cuentacuentos, tener una familia unida y feliz.
Este es quizá uno de mis pasos. Deséenme buena suerte.