martes, 3 de noviembre de 2015

11 PECADOS A LA HORA DE ENSEÑAR

"Acho que você é o melhor professor de português..."

     Fue lo que me dijo una estudiante hoy cuando le expresé que quizá ya no esté trabajando en la institución de idiomas donde le había enseñado antes. Allí le dicté el curso de portugués uno de los meses de su avance, si mal no recuerdo. Después no supe de ella sino que terminó el curso. Así que fue instruida por diversos profesores.

     Sólo conseguí decirle un "gracias", pidiendo en mis adentros no caer en el orgullo de creerme mejor. Además, muchos estudiantes hacen este tipo de cumplidos con los profesores para conseguir beneficios. Sin embargo, esta estudiante es de un curso particular (decidió contratar mi servicio porque quiere aprender), puedo decir que no quería obtener ningún beneficio, excepto animarme, y por consiguiente, que me esmere más.

     Me puse a pensar cuáles son los "pecados" en los que un profesor incurre en el ejercicio de su carrera. En mi caso, siendo profesor de idiomas, daré ejemplos principalmente que tienen que ver con esto.

Pecado 1: BLA, BLA, BLA
      Quedarse hablando y conversando sobre las experiencias durante toda la clase.

     De hecho, es interesante para un estudiante saber que su profesor viajó al lugar donde hablan el idioma, y saber de sus labios cómo es la cultura, la comida, las curiosidades. O en el caso de un profesor nativo, contar cómo es de diferente allá. Es bueno, pero tiene que ser medido. Aquí la lista de los peores: comenzar a contar todo el tiempo sus experiencias vividas, sus opiniones políticas o religiosas, sus quejas, etc. Hasta cierto punto es agradable escuchar a los profesores hablar de ello, pero cuando es constante... ¿A qué he venido a las clases?

Pecado 2: Ser un espécimen extraño
     Ser bueno en el idioma (a nuestro parecer), pero no saber enseñarlo.

     Hay institutos que prefieren a los profesores nativos, y los escogen con venias y elogios, porque se supone que hablan perfectamente el idioma (claro, es su idioma materno). Pero no nos engañemos: el saber hablarlo no quiere decir saber enseñarlo. Yo enseño portugués, y cuando mis estudiantes parecen no muy motivados por mi condición de "no nativo", suelo resaltarles que puede que no sepa todas las palabras, jergas, expresiones, cultura de este idioma, pero sí que fui uno de ellos, que "sé por lo que están pasando" (^^), y que tengo noción de qué es LO QUE me hubiese gustado que me enseñase mi profesor (y en mi fuero interno también pienso en CÓMO me hubiese gustado que me enseñase). Un buen abogado no necesariamente es buen profesor de leyes, ni un buen médico es un buen profesor de medicina, tampoco un hablante nativo es inherentemente un buen profesor del idioma, un buen periodista no es tampoco un buen profesor de periodismo. Tienen la ventaja de la experiencia, pero esta debe ir acompañada de métodos, paciencia, y sobre todo, mucha empatía.

Pecado 3: Miedo a la proximidad
Ser demasiado distante con los estudiantes.

     Ser bastante afín a los estudiantes tiene sus desventajas y sus ventajas (díganmelo a mí, que ya perdí la cuenta de las veces en que fui confundido con un estudiante más), y ser distante con ellos también tiene sus ventajas, como desventajas. Ser distante con ellos te puede ahorrar situaciones en que te faltan el respeto, o te hacen comentarios atrevidos o indiscretos, pero también hará que los estudiantes no se atrevan a expresar sus dudas, preguntas o dificultades con el idioma o materia que enseñamos.
     —¿Hay alguna pregunta?
     —cri, cri, cri —mientras los estudiantes se ponen más tranquilos que nunca.
     Sin embargo, no hay límites para la lista de beneficios que puede haber cuando un profesor es abierto, empático y sociable con los estudiantes. Habrá situaciones en que quieran pasarse de la raya, pero sabiendo cómo enfrentarlas hará que demos pasos agigantados para conseguir nuestro mayor objetivo: que aprendan.
     Para añadir a esto, es bueno tener buen sentido del humor: saber reírse de uno mismo, saber hacer chistes (nunca obscenos, por favor), saber hacer muecas y contar ejemplos graciosos a modo de pastillitas, que amenice el ambiente y se sientan en confianza. Eso sí... jamás hacer "prebullying" (burlarse de ellos, de sus defectos al aprender, o cosas por el estilo). Y ser siempre respetuoso con ellos y ellas.

Pecado 4: Pereza orgullosa.
No capacitarse ni prepararse para las clases.

     "Como sé mi materia, ya no necesito prepararme". Casi nadie piensa así explícitamente, pero esto comienza cuando creemos consciente o inconscientemente que somos buenos profesores y sabemos bastante. NO es malo pensar eso, pero podemos caer en un engaño: uno que realmente se cree buen profesor debe siempre estar poniéndose a prueba, no sólo si sabe mucho, sino si sabe transmitir algo de lo mucho que sabe de manera sencilla y acequible. NO es fácil. La recomendación es siempre preparar las clases aún sabiendo de lo que se trata, ya que cada grupo y cada estudiante es distinto.         Una vez me tocó enseñar los tiempos subjuntivos del portugués a un grupo, pero entre ellos había una extranjera que no tenía al español como lengua materna, así que... fue difícil enseñarle el tema porque no me había preparado pensando en ella también. Claro, al día siguiente (previa promesa) le aclaré los puntos que necesitaba aprender.

Pecado 5: Pereza maquillada
     Asignar "exposiciones muleta", es decir, exposiciones que sirvan para mantener ocupados a los estudiantes y desocupado al profesor.

     Es bueno confiar en ellos para que hagan exposiciones, pero no mandarlos a la cima del Everest sin preparación o capacitación. Primero hay que asegurarse de que conozcan palabras y armen ciertas frases. Luego es importante cerciorarse de que sepan armar oraciones. Luego, concatenar oraciones, ligar ideas. Hay que hacer un buen acompañamiento. Después pensemos en darles exposiciones. Claro, si están en un nivel intermedio, ya es hora de que las hagan, pero no sólo para escucharles y evaluarles. Aun en esos casos hay que seguir aconsejando, animando, corrigiendo y orientando.

Pecado 6: Pereza amante del cine.
Ver películas para "mejorar" la comprensión auditiva de los estudiantes

     Admito que algunas veces, por estar enfermo (sin poder hablar) o muy mal, improvisé poniéndoles una película, hubo otras en las que la pereza me ganó y esta era el motivo por el que lo hacía. Sin embargo hay que ser consciente de que esto puede ser terrible para su aprendizaje. Si se planifica el visionado de una película, lo mejor es planificarlo antes, haber preparado preguntas, hacer una discusión, haberlo anunciado con anticipación, etc. Así no se desanimarán por la dejadez de uno.
     Lógicamente, de vez en cuando no está mal ver una película por pura diversión, especialmente cuando el grupo responde bien a los avances hechos durante el mes. Pero hay algo cierto: si nos preocupamos por que cada tema del mes sea bien aprendido, difícilmente habrá tiempo para ver una película.

Pecado 7: Saña académica
      Creer que hacer complicado el curso significa que se es buen profesor.

     Estos profesores son los que provocan indignación en muchos estudiantes. Es horrible cuando tu profesor te da tareas y tareas, trabajos y exposiciones, y lo único que ves de él es que se sienta cómodamente a revisar, o a dormir en las exposiciones. En otras palabras: exigir de más de los estudiantes cuando es evidente que no nos exigimos a nosotros mismos. Si queremos buenos estudiantes, seamos buenos profesores.
     Preparamos tareas abrumadoras, planteamos exámenes extremadamente complicados, y un pecado terrible: mandarles hacer redacciones y no darnos la molestia de revisarlos. Simplemente colocamos la firma de visto y... es todo.

Pecado 8: Poca paciencia con los menos brillantes

     Es cierto que cuando uno es profesor, de pronto te das cuenta de que lo que dijiste, quizá el 25% de los presentes lo hayan captado bien. Pasa un minuto y...
     —Profesor, ¿qué quiere decir la palabra "chão"?
     Lo miras un momento, y tienes que decidir entre dos caminos:
     —¡Acabo de decirlo hace un minuto! ¿No estás prestando atención? ¿Qué pasa contigo?...
     O bien decir: 
     —A ver —y te diriges a la clase entera— ¿Alguno recuerda lo que quiere decir "chão"?
     —¡Piso! —responde alguno, si todo va bien.
     —Exacto. Gracias, Julio.
     Si no se da el caso... bueno, tener paciencia. Al pasar del tiempo, los profesores nos damos cuenta de que es importante repetir algo nuevamente, principalmente si es un concepto algo difícil o poco obvio, como el uso de una determinada palabra que no tiene traducción. Lo ideal es repetirlo de diferentes formas; así, algunos captarán mejor en alguna de esas repeticiones y lo recordarán bien.

Pecado 9: Phubbing.
      Cuando la tecnología no es nuestro instrumento, sino al revés.

     Las primeras veces que yo dictaba clases, la mayor tecnología con la que contaba era que había electricidad, un tomacorriente y un equipito para reproducir los archivos de sonido del libro de texto. De pronto, ya se cuenta con computadoras, con pizarras interactivas, con internet y wifi. Si tienes una laptop, tu mayor tentación será revisar tu facebook o tus mensajes de Whatsapp en el momento en que los estudiantes están resolviendo un ejercicio o haciendo una práctica en clase. En un caso menos grotesco, tendrás un libro interesante para leer, o un artículo de tu interés.
     Eso puede desconectarte de tus estudiantes. Evítalo. Tampoco te gustaría si tus estudiantes se ponen a whatsapear o a feisbuquear en medio de tu exposición de la lección (aunque, de hecho, hay quienes lo hacen). Es importante concienciar a los estudiantes sobre la importancia de que la tecnología de información y comunicación no debe desconectarnos unos de otros; que debe ser un factor a nuestro favor, para complementar nuestra actividad de aprendizaje, no para estorbarla o distraernos de ella.

Pecado 10: Acaparamiento horario
      Creer que el estudiante no tiene vida o que el único curso al que se matriculó es al nuestro.

     A veces no nos damos cuenta, pero estamos tan emocionados y motivados con nuestra materia, que asignamos a nuestros estudiantes muchas tareas y trabajos, y no nos importa cuánto de su tiempo van a usar aparte del que emplean para estar presentes en las clases.
      Hay que admitir que, por más divertido, fascinante o interesante sea nuestro curso, el estudiante tiene además otras actividades que forman parte de lo que él llamaría "su vida": otros cursos, problemas en casa, salidas con amigos, vida internauta, descanso; en fin, muchas cosas más divertidas o más importantes para él que nuestro curso, aunque nos dé pena aceptarlo.
     Es importante calcular cuánto tiempo más o menos necesitan además del de nuestras clases para dedicarse a estudiar nuestra materia, y de acuerdo a ello dar las tareas. Hay que dejar trabajos, sí, para que no se duerman en los laureles de haber entendido nuestra lección, pero tampoco hay que atiborrarlos de tareas para la casa. Seamos realistas: si los estresamos, no harán a conciencia los trabajos, y recurrirán a soluciones rápidas como el copypaste o el uso de traductores, o aún peor, copiarán el trabajo del estudiante aplicado del salón.

Pecado 11: Pesimismo

     "Son estudiantes brutos. Son irresponsables. Son irrespetuosos. Hay un problema con el sistema. El libro de texto es una porquería. Trabajo mucho y me pagan poco...".
     No podremos negar lo evidente. Si hay algo malo, hay que reconocerlo. Pero no podemos andar quejándonos entre nosotros, y peor, quejarnos ante los estudiantes de que las cosas no andan bien o como nos gustaría. Es importante ver lo mejor en las miradas de los estudiantes. Sentirse agradecidos por el privilegio de presenciar el avance y progreso en aprendizaje de los seres humanos, por la voz para hablar, por el puesto de trabajo y la posición.
     No debemos olvidar el lado bueno de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y usarlo a nuestro favor para combatir lo malo que hay. No se trata de negar lo negativo, tampoco de apañar lo incorrecto, sino de avanzar en lugar de frenarnos. Y nada mejor que avanzar sorteando los charcos en lugar de pisarlos y ensuciarnos. Podremos resbalar por entre las piedras, pero hay que seguir. El pesimismo frena, contagia y hace que olvidemos lo aprendido más rápidamente. El pesimismo quita las posibilidades para activar la creatividad.

CONCLUSIÓN:

     Hay muchos pecados que los profesores podemos cometer a la hora de impartir las lecciones, y si hay alguno importante que olvidé, sería genial que alguno de mis lectores aporte en un comentario. Ahora daré las virtudes que contrapesan todos los pecados anteriores. Virtudes que hay que cultivar:

Empatía, diligencia, amor, criterio, humildad, optimismo, paciencia, seriedad en el trabajo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario