miércoles, 7 de octubre de 2015

La historia de mi habitación

Está pasando algo así como un "milagro". Me estoy dando cuenta de que mi gusto antiguo por ser organizado y ordenado está volviendo. Bueno, no era un desastre como para encontrar una dimensión desconocida dentro de mi cuarto, como las medias debajo de la almohada, o los pantalones en el piso, pero no era uno del que me pueda sentir orgulloso. Cuando era pequeño —quiero decir, adolescente— y pude tener un espacio sólo para mí, quise ser el más raramente organizado del planeta. Sin embargo, no conseguía serlo a causa de que mi hermano, compañero de recámara no tenía las mismas aspiraciones (No quiero decir cosas malas de él, así que... en relación a ser alguien ordenado, simplemente era como cualquier joven no demasiado ordenado). Quizá mi error era querer tener todo bajo control. Él tenía su manera de ordenar sus cosas. Quería que mi habitación fuese un recinto especial. Pero yo sentía que sus cosas y el orden de estas en el cuarto impedían cumplir ese sueño. No era él un desastre, pero no era lo que yo quería: perfección. Lo admito, fue mi error querer perfección cuando tenía un cuarto compartido. Recuerdo que a veces tanto me enfadaba (a mi forma de enfadarme) que limpiaba y ordenaba sólo mi "lado" del cuarto. Había una línea imaginaria que separaba el cuarto, incluso separaba la mesa única que había.

Pero al pasar el tiempo, me aburrí de ese perfeccionismo frustrado.

...Y llegué a ser más desordenado que mi hermano. Sin embargo, no era mi ambiente el desorden. Sólo me inspiraba dormir, pero pocas veces hacía cómodamente lo que quería hacer: disfrutar de la contemplación de mi habitación, y poder trabajar satisfecho con el ambiente. Así ocurrió en mi primera habitación compartida, y también en mi segunda habitación compartida, cuando nos mudamos. La diferencia era que mi hermano viajaba y dejaba la habitación sólo para mí por unas semanas, y luego volvía. No era demasiado ordenado en ese tiempo, pero tampoco hacía gala de un cuarto hermoso, como siempre quise. Yo me hacía cada vez más desordenado, y mi hermano menos.

...Pero llegó el momento crucial. Mi hermano se casó y se llevó todas las cosas que eran suyas, entre las cuales destacaban para mí: un playstation, un reproductor de discos compactos que podía tener cinco discos y se podía hacer una programación de las canciones que quisiera en el orden deseado, o reproducirlas en modo aleatorio —el cuarto tenía un buen sonido— y un televisor.

Como dije, me quedé solo, y se fue toda la tecnología. Me quedé con mi cama, la mesa y la ropa. Fue una crisis para mí, y esa crisis acrecentó mi desorden. Nos volvimos a mudar, y esta vez a un lugar donde tendría un cuarto sólo para mí. Quise cumplir mi sueño, pero si no estaba el hermano para hacerme la vida difícil, ahora era el mismo cuarto; había problemas con el piso y las paredes; estas se humedecían y aquel se hinchó hasta romper el piso de madera. Tuve varias maneras de solucionarlo parcialmente, pero eso me desanimaba.

No quiero hacer larga la historia, así que me apresuraré. Hoy mi cuarto es el mismo, pero ya no hay los problemas de la humedad que hubo un tiempo, al menos no tanto. Pero me cansé hace no mucho de todo esto, y decidí volver a intentar cumplir ese sueño.

Me imaginé un cuarto perfecto para mí actualmente, e hice un plan por pasos pequeños para comenzar a hacerle mantenimiento: primero comenzaré por poner las cosas en su lugar y ser más ordenado, luego le daré un buen mantenimiento a las paredes y el piso, y después convertiré mi cuarto en un lugar que refleje mi excéntrico gusto por lo perfecto, que aprendí que no significa algo tremendamente ideal, sino simplemente lo mejor que puede llegar a ser donde y como está.
Increíblemente, hice un plan que me sorprendió a mí mismo: un mantenimiento diario y un avance de a pocos, que si continúo cada día a unos quince o veinte minutos diarios, tendré el cuarto bien organizado en unos tres meses, y con el mantenimiento adecuado en unos cinco o seis.

Hoy vi mi cuarto, y me agradó ver que ha mejorado notablemente estos últimos días. Sé que esta vez es diferente, porque mi plan incluye el adquirir el hábito del mantenimiento constante de la habitación, y mi gusto (con decisión y acción) por lo ordenado y limpio está aflorando nuevamente. Prometo una foto del cuarto cuando acabe mi jornada. Todavía me da vergüenza colocar su foto en la actualidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario