“Enséñanos
de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo
90:12)
Vivimos en una sociedad altamente sincronizada, y el
tiempo llegó a formar parte de nuestro día a día. Las personas valoran mucho
las horas, los minutos e inclusive los segundos. Olvidamos frecuentemente los
años y las décadas, y se convierten en ideas bastante lejanas, abstractas para
muchos.
¿Cuánto significa para nosotros un segundo? ¿Y cuánto es para
nosotros un día? Un día tiene 1440 minutos o 86400 segundos, pero un día puede
no significar demasiado para un ser humano a pesar de los miles de minutos que
tiene. Si nos dieran un tiempo limitado de vida para escoger: 4300 días o 15
años, ¿Cuál sería nuestra respuesta, si quisiéramos la mayor cantidad de
tiempo? Tal vez necesitemos hacer los cálculos, pero intentemos sin pensarlo
mucho escoger una de estas dos cifras. Personalmente, los días me parecen pocos…
y escoger los años, medida más popular para las edades por ejemplo, sería mi
opción. Pero algo me dice que quizá “cuatro mil trescientos” días sea más que
un simple “doce”…
La verdad es que 4300 días son poco menos de 12 años, ¡y
todos sabemos que ese tiempo de nuestra vida puede pasar tan rápido! Es
sencillo llegar a los 18 años, que son tan sólo 6570 días. Si bordeamos los
treinta años, habremos vivido casi 11 mil días. Y si llegamos a cumplir los
ochenta años, ni siquiera completaremos 30 mil días, a pesar de que no estamos
contando las posibilidades de sufrir un accidente fatal o una enfermedad
mortal… la vida humana es corta y frágil.
¿En qué pasamos todo el tiempo de nuestras vidas, y por
qué muchos ancianos suelen decir que sus vidas pasaron tan rápido, recordando
la juventud como si fuera ayer? La razón es que en realidad nuestro tiempo de
vida es menor de lo que aparenta ser.
Pongámonos a pensar en los 30 mil días mencionados líneas
arriba. Se dice que el ser humano vive casi la tercera parte de su tiempo
durmiendo. Así que realmente nos quedan 20 mil días “para vivir”. Sin embargo,
pasaremos la tercera parte (8 horas diarias) de nuestra vida laboral en el
trabajo, un aproximado de 13 años (4745 días). Estaremos mirando televisión
aproximadamente por 5 años (1825 días). Revisando y complementando esta
diferencia con un interesante cálculo publicado en la revista francesa Science & Vie[1]
, restemos 6900 días (que representa aproximadamente el tiempo en
actividades desde telefonear hasta hacer colas, inclusive desde estar resfriado
hasta el tiempo que pasamos en el transporte urbano[2]), y nos quedan apenas 6535
días. Hay más factores a considerar para continuar “restando días” a nuestra
vida, como el tiempo de la juventud y adolescencia, considerados por muchos
como un período feliz y de plenitud de energía y belleza. Vamos a atrevernos a
más: la última cifra representa aproximadamente 18 años de tiempo “para vivir”.
Si continuamos restando tiempo acumulado en cosas triviales como discutir,
estar conectado a la internet y nuestras siestas o momentos en que “hacemos
hora” sin hacer algo trascendente, restaríamos quizá una tercera parte más de
nuestro tiempo. La conclusión de todo este cálculo es: ¡Tenemos poco tiempo
para vivir!
Moisés, que hablaba con Dios “cara a cara” estaba
consciente de lo pasajero de nuestras vidas, afirmando que en la gente más
saludable la vida llega de 70 a 80 años, y con todo, resulta una carga pesada a
quienes llegan a vivir tanto tiempo. Salomón habló mucho de lo pasajero de la
vida en el libro de Eclesiastés, afirmando de manera pesimista que “todo es
vanidad”, esto es, temporal y sin sentido. Por eso también animaba a las
personas a alegrarse en el fruto de su trabajo, temer a Dios, y “acordarse del
Creador en los días de la juventud”.
¿Qué nos gustaría dejar a nuestro mundo cuando partamos a
la eternidad? Resulta difícil y hasta aterrador pensar que tenemos tan poco
tiempo para vivir. Los más jóvenes tienden a pensar que lo serán por siempre, u
olvidan lo pasajero de aquella edad maravillosa, en la que vale la pena
acordarse de Dios para tomar decisiones sabias.
Enséñanos a contar nuestros días para que traigamos
sabiduría al corazón… ¿no es una oración maravillosa y cargada de una
conciencia tremenda de nuestra condición humana? Para Dios mil años son como un
día, y un día como mil años, y por eso nos mira con la misericordia de un ser
que ve lo pasajera de nuestra existencia. Jesús dijo que no nos afanemos por el
día de mañana, y que cada día trae su propia preocupación, por tanto, también
nos anima a tomar sabiduría para no andar preocupados por todo, y además nos
anima a disfrutar del tiempo presente, el único del que en realidad tenemos
cierto control.
Lo mejor que podemos hacer es entregarnos a Dios, valorar
el tiempo que nos da, valorar el tiempo de nuestro prójimo, ser más
disciplinados y conscientes con el uso del tiempo, aprender a organizarnos y
planificar sin caer en el estrés, estando dispuestos a decir “si Dios quiere”,
como Santiago exhortaba, y valorar el tiempo y recursos que usamos para
aprender cosas nuevas, reír, amar y ser felices, porque todo en esta vida tiene
su tiempo. Que Dios nos permita ser sabios, y aprovechemos siempre los días que
Él nos da a todos.
ORACIÓN: “Dios, te doy
gracias porque me das el día de hoy para estar vivo, y tengo la oportunidad de
ver la luz y sentir el calor de la vida. Ayúdame a aprovechar los días que me
das para tomar las decisiones correctas y vivir plenamente, siendo consciente
de que esta vida es tan sólo la preparación para una más larga, en tu
presencia”.
José Boris Kehuarucho Paullo
[1] La referencia en español la
tenemos en:
http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/cuanto-tiempo-de-nuestra-vida-pasamos-muy-interesante.html
[2] Aquí se
tomaron los datos relevantes para el autor de este ensayo. Tomando en cuenta la
tabla publicada en realidad los días para restar serían 16864 días (exceptuando
dormir, estar de pie y estar sentado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario