lunes, 5 de junio de 2017

Adiós, sueño

He estado pensando en la posibilidad de sacrificar una prioridad en mi pensamiento de cada día. Algo que me di cuenta que he anotado como algo importante en mi diario escrito, desde hace años, y quizá antes. Algo en lo que no he tenido disciplina por factores externos (según yo) y también internos. ¿De qué hablo? Del sueño.

Mi pensamiento diario era recuperar un mal sueño (entre cuatro y cinco horas y media). Realmente, cuando no he descansado lo suficiente, no tengo días productivos y no hago lo que debo para progresar en mi búsqueda de alcanzar las metas y perseguir los sueños que hay en mi corazón (el de ser escritor, como pequeña muestra).

Y digo yo, casi siempre no he descansado lo suficiente.

Pero ese tiempo terminó. Decidí que debo cambiar de mentalidad. No quiero decir que dormir ahora no me gustará. No. Lo que quiero decir es que el dormir será el postre final:  Trabajaré duro para dormir bien. Usualmente, cuando tengo la oportunidad de estar temprano en casa, me distraigo con la pequeña pantalla del amigo inseparable que hoy parece un anexo o un órgano vital externo del ser humano (en especial de las generaciones más nuevas). Y llega el momento en que me digo que mejor sea descansar, para trabajar al «día siguiente»... luego de cuatro o cinco horas.

¿Será que los niños se hoy y los jóvenes duermen menos? No hay duda pero, ¿Cómo compensan eso? Ok, entiendo y conozco personas mayores (entre sus cuarenta y sesenta años) que duermen muy poco, pero, ¿Cómo lo hacen? El mundo nos ha quitado el descanso y ya estamos evolucionando para dormir menos.: o eso quisiera creer y experimentar como realidad mía.

Decidí que no pensaré tanto en mi deseo de descansar más. Quizá hasta sea un problema para corregir en mí.

Tengo la esperanza de que lograré «descansar más, descansando menos», algo así como cuando consigues algo sólo dejando de aferrarte a lo mismo. Mi plan es trabajar al punto de que cuando llegue a casa y me acueste, no tenga fuerzas para interactuar con mi amigo absorbente electrónico... Y si lo hago, dejaré de pensar en la opción de recuperar descanso al día siguiente.

Renuncio a ti, amigo sueño, para que te hagas más fuerte y me busques tú con frenesí por las noches, y acabes con la influencia del otro, que sí es buen compañero, aunque no siempre tan buen amigo como tú. Ayúdame a encontrar mis sueños renunciando a ti durante el día.

En fin, probaré esto, y seguiré aprendiendo.